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domingo, 10 de abril de 2011

PARA MARCELA…

PARA MARCELA…

Su hora estaba próxima. Sus movimientos se limitaban en aquel reducido espacio y no podía estirar ya sus piernitas; sentía que la naturaleza la había dotado de todo y se dijo a sí misma, que era tiempo de salir.

La cabeza estaba donde debía estar: en un orificio que se hacía permeable cada vez más, permitiendo un traslado efectivo hacia fuera.

Una suave presión bajo sus pies le ayudaron para hacerlo como si fuera un trampolín… Así, en un instante que le pareció eterno, sintió dolor en todo su cuerpo; no sabía que nacer era tan duro… pero al fin era libre.

Fue tratada por unas torpes y apuradas manos que, apoyándola en algo rugoso y áspero para su piel, la hicieron sentir insegura… Claro, nueve meses de su existencia estuvieron cobijados por un tibio y silencioso recinto que la protegían amorosamente y no había necesidades de ninguna especie.

De pronto, unas palabras la dejaron perpleja. Mientras comenzaban a vestirla rápidamente en sucios trapos, escuchó esa voz metálica diciendo que en el futuro habría una zurdita menos… palabras que no comprendía por ser tan chiquita.

Se quedó desprotegida por un instante hasta que fue tomada por unas manos que le dieron paz; una paz que parecía recordarle al suave refugio al que no regresaría jamás.

Abrió sus ojos para conectarse inmediatamente con otros que resultaron intensamente familiares. Los cerró agradecida sintiéndose allí muy segura.

Sin embargo, esas otras manos regresaron a sustraerle aquel idilio para llevarla a vivir otra historia… sintiendo en sus entrañas una inquietud que no la abandonaría más...

Aunque el recuerdo de aquellos ojos no acaricie su desamparo… otras miradas pueden reflejar algo esencial de lo perdido; porque, en la naturaleza, apenas un suspiro es necesario para encender brasas de un amor... donde parece extinguir las brasas.

Raúl Morello

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